GUIADOS EN EL GRAN JARDÍN DE LA PRIMERA CARTA DE SAN JUAN

2012-03-03 Radio Vaticana
(RV).- Concluyeron esta mañana en el Vaticano los Ejercicios Espirituales de la Curia Romana con la participación del Santo Padre, con la meditación final del cardenal Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa, en la República Democrática del Congo, quien propuso durante toda la semana al Papa y a los demás los miembros de la familia pontificia diversas reflexiones inspiradas en algunos pasajes de la Primera Carta de San Juan: “Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn 1, 3).
Al tomar la palabra, el Santo Padre dirigiéndose al arzobispo de Kinshasa y a los demás participantes en estos ejercicios espirituales dijo:
Al final de estos días de oración y de escucha, conviene decir: gracias. En nombre de todos nosotros, le digo gracias a Usted, Eminencia, por la guía que nos ha dado en estos Ejercicios. Usted nos ha guiado –por decirlo de alguna manera–, en el gran jardín de la Primera Carta de San Juan y así en toda la Escritura, con gran competencia exegética y con experiencia espiritual y pastoral. Ha guiado siempre con la mirada hacia Dios y, precisamente con esta mirada hacia Dios, hemos aprendido el amor, la fe que crea comunión. Y usted ha sazonado sus meditaciones con bellas historias, tomadas sobre todo de su querida tierra africana, que nos han dado alegría y ayudado.
Su santidad concluyó con las siguientes palabras:
Me ha sorprendido de modo particular la historia en que usted hablaba de un amigo que, estando en coma, tenía la impresión de estar en un túnel oscuro, pero al final veía un poco de luz y, sobre todo, sentía una bella música. Creo que ésta pueda ser una parábola de nuestra vida: con frecuencia nos encontramos en un túnel oscuro en plena noche, pero, por la fe, al final vemos luz y sentimos una bella música, percibimos la belleza de Dios, del cielo y de la tierra, de Dios creador y de la criatura; y así, es verdad, spe sumus salvati, en la esperanza fuimos salvados, (Cfr. Rm 8, 24). A usted, Eminencia, que nos ha confirmado en la fe, en la esperanza y en la caridad, gracias. (María Fernanda Bernasconi – RV).