SEGÚN se dice, David era un monje inglés que deseaba ardientemente dar su vida por Cristo. Cuando se enteró de la muerte de los tres sobrinos de San Sigfrido a manos de los paganos, se ofreció para ir a la misión inglesa de Sue- cia, que trataba de reconstruir la obra arruinada de San Anscario. En Suecia se puso a las órdenes de San Sigfrido, obispo de Vaxjo, quien le envió a Vast- manland. Ahí trabajó por la conversión del pueblo y por secundar la obra de los monjes de un monasterio fundado anteriormente. El sitio tomó más tarde el nom- bre del monasterio: Munktorp. David se entregó en cuerpo y alma a su misión con gran éxito. Dios le concedió el don de milagros y el don de lágrimas, todavía más valioso que el primero; en cambio, le negó la gracia del martirio que tanto había deseado. San David vivió hasta edad muy avanzada y murió apaciblemente. Los milagros ohrados en su tumba confirmaron su fama de santidad. La tradición popular afirma que fue el primer obispo de Vasteras. Es uno de tantos santos a quien se atribuye el milagro de haber colgado sus vestidos en un rayo de sol; en el caso particular de San David, se cuenta que colgó sus guantes. La ciudad de Davo, donde vivió algún tiempo, tomó su nombre del de San David.
Alban Butler - Vida de los Santos