SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA

Padres de la Virgen María

 

​Adentrarse en el conocimiento de las raíces de personajes importantes que marcan  nuestra vida, es fundamental, y todavía es más importante y significativo en la persona de la Santísima Virgen María, una mujer que ha dejado huella en el mundo y en toda la historia de la Salvación; la misma palabra de Dios, enmarcada en el Evangelio de Lucas lo pone de manifiesto:
 

“Desde hoy todas las generaciones me llamarán dichosa” (Lc. 1,48).

 
María es una mujer sorprendente que ha brillado en la historia por su sencillez y entrega a Dios; veamos un poco sobre el contexto y origen de esta mujer.
 
Los padres de María
 
Las raíces de María se distinguen por dos personas muy agradecidas con Dios, sus padres “Joaquín y Ana”, según lo presenta una tradición narrada en el Protoevangelio de Santiago, evangelio apócrifo que data de finales del siglo II.
 
Algunos escritores de los primeros siglos (Juan Damasceno, Gregorio de Nissa, etc), hacen mención que el nacimiento de María, es gracias a las fervientes oraciones de Joaquín y Ana cuando ya tenían avanzada edad. Así como Joaquín pertenecía a la familia real de David, también se supone que Ana era descendiente de la familia sacerdotal de Aaron; por ello, Cristo, el Eterno Rey y Sacerdote, descendía de una familia real y sacerdotal.
 
Sin duda alguna los padres de la Virgen María, hicieron una gran tarea en su hija, y bien sabemos que ser padres, es una de las tareas más importantes del mundo; no hay nada más significativo que la educación de los hijos y sobre toda la forma en que se realiza.
 
Joaquín y Ana, padres virtuosos e insistentes en la oración, daban lo que tenía a Dios, sin limitarles su edad, sabían que para Dios no hay imposibles; la respuesta de Dios para ellos es María.
 
​Estos padres llenos de gran amor al Señor, deseaban que su hija formara parte de los planes de Dios, jamás se imaginaron todo lo que le regalaría a María; el gran don de la maternidad, una maternidad especial fundada en la  Trinidad, María fue fecundada por el Espíritu Santo para traer al mundo al Hijo de Dios “Jesucristo, Señor nuestro”. 
 
​Podemos darnos cuenta que todo nos lleva a Jesús, no podemos dejar de hablar de Él, grandes cosas hechas por Dios, a través de su persona. Las figuras tan importantes de Joaquín y Ana, abuelos de Jesús, nos dejan una gran enseñanza, en lo que ellos recibieron, a pesar de la avanzada edad, Dios les presento su gracia en la persona de María “La Bienaventurada”.
 
​Pidamos a Dios por medio de estos santos “Joaquín y Ana”, que nos ayuden a vivir una vida de entrega y cercanía a Dios, que aprendamos a ver como para Dios no hay imposibles; sobre todo a aquellos que tienen la tarea de ser padres y abuelos, que se sientan cobijados por el patrocinio de estos santos.
 
San Joaquín y Santa Ana, Rueguen por nosotros.